Queridas amigas y amigos de la Biblioteca Popular Coronel Dorrego:

Desde Bibliopeque me piden que comparta con vosotros algunos recuerdos de biblioteca, y lo primero que se me viene a la memoria es don Cruz.

Don Cruz siempre fue viejo. Tenía el pelo tan blanco, peinado con una impecable raya en medio, que recordaba a un cuaderno nuevo abierto al azar. Agarraba el bolígrafo casi por la punta y más que escribir grababa las letras sobre el papel. Y no solo prestaba libros. A veces los regalaba. Él es mi primera imagen de biblioteca.

Después, me vienen algunas cosas que he aprendido leyendo:

Nada es imposible.

Hay libros que cuentan más de una historia.

Los mundos que alguna vez he soñado, existen. Y alguien ya ha estado allí.

Hay palabras afiladas.

Las mejores historias no siempre son las más largas.

Ni las que tienen más dibujos.

El mundo sigue girando si dejas a medias un libro que te aburre.

Con menos de mil palabras se pueden dibujar fantásticas imágenes.

Las historias pueden continuar más allá de la última página.

Entre páginas, los viajes en tren son más cortos de lo que parecen.

A mí me gustaría invitaros a ser buscadores de historias. Hay muchas en los libros y pueden disfrutarse leyéndolas, oyéndolas, contándolas, inventando nuevos finales…

Pero hay muchas más escondidas, esperando ser encontradas, en el bolsillo roto de unos jeans, en un cuaderno de matemáticas, en la vida de la abuela, en los juguetes que ya no usamos… Incluso en el nombre de una biblioteca y una ciudad de la provincia de Buenos Aires hay distintas historias. Yo he encontrado esta:


Comían
Once
Ratones
Ocotes y
Nutritivas
Empanadas
Ligeramente
Dulces.
Oyeron
Ronroneos y
Rápidamente
Escondiéronse del
Gato
Ocioso


"Me considero contador de historias. Escritas, orales, en verso, en prosa, con imágenes... ¡A veces incluso cantadas! Y tanto personal como profesionalmente me siento afortunado por dedicarme a hacer lo que me gusta, por comprobar que lo que hago gusta y divierte a otros, y por tener el apoyo de mi familia y amigos para llevarlo a cabo. Contar historias es fascinante, me llena... y me asusta también.
Constantemente estás exponiendo tu trabajo a la opinión de otros: editores, lectores, amigos... Aspiro a vivir de esto y, mientras llegue ese momento, disfruto de escribir y me muerdo las uñas a partes iguales. Pero no me quejo. Nadie me dijo que intentar ser feliz iba a ser fácil."